La tristeza es
como estar adormecido, en un ensueño. Esa sensación de inseguridad y
desconcierto de no saber si es verdad o sólo sueño del que queremos despertar.
Es ese picor en
la garganta que no deja salir las palabras. El peso de los párpados hinchados
como globos pálidos y satinados a los que no les entra más aire.
Es el ardor de
los ojos que no dejan de fabricar agüita salada que quiere ayudar y no puede
contener las gotas incontables de dolor que se escapan. Esa mirada
achinada que casi nadie conoce y que nadie quiere conocer.
Es esa sensación,
ese palpitar que indica estar próximos a explotar porque el corazón quiere huir
del pecho para no estar apretujado, para poder respirar.
Y duelen los
párpados, la garganta, duele la inseguridad, el desconcierto, duele el corazón,
y nos desbordamos cual agua de glaciar en primavera.
Manantiales
salados por los abrazos no dados, palabras no dichas, visitas no hechas.
Piedras y
espinas que pujan incontenibles y se quiebran como hojas de repollo al
liberarse para caer en el abismo sordo y ciego de la oportunidad perdida.
Maldita…
maldita, maldita
cuarentena.
In memoriam Ramón Luis Ruiz - 1931-2020 El cielo es todo tuyo. Te amaré siempre tío de mi alma.
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